En el marco del 62 aniversario luctuoso del Etnólogo Alfonso Fabila Montes De Oca, ocurrido un día como hoy pero de 1960, la Benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística del Estado de México, rinde homenaje a las personas ilustres mexiquenses, quienes por su obra humanista, han distinguido a nuestro Estado ante la sociedad mexicana.
Alfonso Fabila, perteneció a la generación de etnólogos surgidos de la lucha armada de México, siendo los más entusiastas colaboradores de los gobiernos post-revolucionarios, para mejorar las condiciones de vida de los indígenas y campesinos del país.
Nació el primero de noviembre de 1897 en la Villa de Amanalco de Becerra, Municipio de Amanalco, Estado de México.
Fabila es considerado con Gamio y Mendizábal como pionero de los estudios étnicos del país.
Con Juan Rulfo, Julio de La Fuente, Nacho López y Walter es considerado iniciador de la fotografía indígena.
Con Rosario Castellanos, Gonzalo Aguirre Beltrán, Miguel León-Portilla, Fernando Benítez y otros, quienes por su obra indigenista fueron galardonados con la presea ”Manuel Gamio” otorgada por el Gobierno de la República.
La esencia fundamental de la obra de Fabila es el humanismo por esa entrega desinteresada a los grupos étnicos del México que le tocó vivir.
Es extensa su producción, sobresaliendo las obras como Los indios yaquis de Sonora; La tribu kikapoo; México; Los otomianos de Zitácuaro; Estudio económico social de Yucatán; Los huicholes de Jalisco; La misión cultural de Amanalco; Entre la tormenta; Sangre de mi sangre; Con los brazos en cruz, entre otros.
En la literatura, es uno de los primeros autores del cuento indigenista. En su obra acusa ante la sociedad las barbaries y miserias de que es objeto el indio, antes y después de la Revolución.
Su obra literaria en sí es costumbrista y lamentablemente la hubo de sacrificar por las obras de investigación social que lo han consagrado como a uno de los mejores sociólogos de México.
Su prosa poética es breve y original por sus vehementes cantos de protesta. La emoción que siente hacia las clases más castigadas hacen de sus observaciones, nítidos cuadros emotivos impregnados de sencillez.
El francés Aloisius Bertand, creador de esta prosa, formó escuela en España, sobresaliendo Gabriel Miró y Valle Inclán. En América, Enrique Rodó, uruguayo (Mirando jugar a los niños), y Gabriela Mistral, chilena (La oración de la maestra). Nuestro ilustre mexicano cultivó esta forma literaria y es el primero en nuestro país en manejarla con vigor y energía, como lo expresa en su poema; “PALABRAS”, publicado en el libro “NORTE”, 1943.
Yo te he visto, hermano; yo te he visto al cruzar peregrino las llanuras y montañas de mi patria. Te llamas Anónimo. Eres trabajador. Tienes alma de niño y bregar de titán. Todo tú te pareces a mi pueblo sufrido. Eres el pueblo mismo, con una llama en el corazón.
¡Qué paz hay en tu cara! Así es el rostro de los héroes. Sereno como la estatua, pero todo ritmo interior que no descansa. Es tu hora; el instante del pueblo. Comienza la siembra en esta hora maldita en que las madres del mundo se aprietan por la angustia y gimen. Lloran a los hijos que caen a millares, porque falta la verdad, y los que tienen todo, excepto la razón, niegan la justicia a los espectros del pueblo.
Pero tú posees la palabra viva, la dádiva pura; hermano Anónimo. Trabajador. Habla al niño; pronuncia las palabras en su oído, para que le entren al corazón. Explícale que la injusticia y el egoísmo son la causa de que los hombres se maten.
¡Ya se lo dices! ¡Mira! En el cielo se juntan las nubes. Apenas si son pinceladas de luz. ¡Contempla! Ya se levantan como espigas y florecen los campos de emoción. Maestro de nombre Anónimo. Trabajador. Observa con mirada profunda los tiempos; cuida tu sementera, porque se inicia la tormenta.
Maestro de nombre Anónimo. Luz de luz en la luz. Pronto nos dispersaremos por esos campos del dolor; pero nada temas; nos juntaremos en el torrente de fuego, para seguir cuidando de la antorcha, para que los niños vean cómo se forja, con auroras y angustias, un nuevo, inmenso y dulce amanecer.
Mas entre tanto, se inicia la desbandada. Maestro de nombre Anónimo; amigo; hermano; camarada; llévate mi corazón.
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